- Entonces estaba en un pasillo, verde, muy largo. A los lados había estatuas, pero muy raras. Algunas tenían caparazón de tortuga, otras tenían pico de pato. Rarísimo. Corríamos por el pasillo y llegábamos a un cuarto cúbico y rojo, muy alto. Al centro, había una tarima con siete escalones al frente. Arriba había dos tronos: uno de oro, muy elaborado con joyas y terciopelo rojo y el otro era la copia tosca en madera. Al centro había un pilar. El chico lo leyó se sentó en uno de los tronos y desde el techo retumbó una voz que decía “Soy el Señor Mágico Mago Malo y nunca verán a su amigo”. Corrimos de vuelta por el pasillo y lo cruzamos entero. Al otro lado había una puerta. Le pegué una patada y la abrí. Era otro cuarto cúbico, pero mucho más grande, blanco y tenía un pantano adentro. Todo era como una selva, pero con paredes blancas. Cruzamos saltando y nadando, llegamos a una escalera. Subimos y encontramos una puerta camuflada, la abrí y…
- Espera ¿quién era la otra persona?
- Harry Potter.
- ¿y qué pasó?
- No sé, desperté.