Demasiado alta, demasiado grande, demasiados rulos. ¿Y tú? Demasiado raro, demasiado facho, demasiado comunista, demasiado tonto, demasiado inteligente. Cariño, no eres tú. Somos los dos.
Estas son las historias de cuando bajé Tinder, me volví adicta y luego me rehabilité.
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