No somos arte

La semana pasada hubo una marcha estudiantil. No era por financiamientos ni leyes, era algo mucho más básico, que uno pensaría debiera ser tema del pasado: acoso en la U. Las estudiantes de la U. Católica alegaban contra los comentarios sexistas de sus profesores («¿Usted viene a dar prueba o a que la ordeñen?»). Otras alumnas de otras instituciones alegaban que luego de denunciar, no se hiciera nada, que no hubieran protocolos para estos casos, contra los acosos, profesores que se sobrepasan, afectando las calificaciones y más.

Miles de mujeres salieron a las calles y un grupo grande de ellas, se taparon la cara y salieron con el torso desnudo. Considerando que cada fin de semana se llenan los parques de hombres que salen a correr sin polera y nadie se murió, un podría pensar lo mismo sobre estas chicas, pero no. Quedó la zorra. Pero eso está bien.

Tomás Jocelyn Holt, ex candidato presidencial, twitteó sobre esto.

Usando el arte como excusa, el idiota este, compara cuadros famosos con las chicas de las marchas. Está mal considerando lo siguiente: desde siempre, las representaciones artísticas idealizan el cuerpo. Así las representaciones griegas y romanas, idealizaban el cuerpo para representar deidades. En el renacimiento, en pleno movimiento humanista, se idealizaba el cuerpo como objeto de admiración. Más sencillo. Nadie quiere salir feo en la foto.

Todas esas representaciones son hechas por hombres. Las esculturas griegas, los frescos renacentistas, los tatuajes pin-up de los marinos, los calendarios de cerveza Cristal colgados en talleres… Todo hecho por hombres para hombres.

Las representaciones más fieles del cuerpo femenino en el arte eran las que se usaban en la prehistoria para los rituales de fecundidad. Así, una Venus de Willendorf es una representación mucho más fidedigna del cuerpo que una Venus de Milo o la de Boticelli. Porque esa Venus, esa pequeñita estatuita llena de rollos y tetas enormes, representa lo que le pasa al cuerpo después de varios embarazos. A eso se aspiraba. Un cuerpo fecundo, que se «deforma», después de varios partos. Un cuerpo así, dio vida. Ya no, ahora hay que matarse en el gimnasio para que no se note que una mujer tuvo hijos.

Por eso hay que destaparse. Porque ellos siguen creyendo que debemos ser plásticas, con cuerpos ideales… Y cueste lo que cueste, autoestimas, plata, esfuerzo, mini torturas como fajas o mini deformaciones como usar tacos.

2018-05-21 11.36.05

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